El ochentero tren abandona los raíles de la vintage
estación de Atocha, el traqueteo de miles de pies inquietos y el chirrido de
las vías llena el silencio; el silencio de una estación que ha visto vida y
muerte, luz y oscuridad…
Vida en pleno apogeo.
Entre la multitud que colapsa el tren de ida una muchacha
llama mi atención, no es de una belleza excepcional, pero es hermosa. No lleva
vestimentas ostentosas ni caras, unos vaqueros oscuros junto a un top negro y
una camisa azul cielo cubren su cuerpo, entre sus delicadas manos lleva una
mochila; de ella saca un cuaderno, cuadriculado con una cabeza dibujada a mano,
se aprecian los huesos debajo de las cuencas oculares, el cerebro sombreado
resalta en contraste con los pálidos músculos de los labios. Una obra de arte.
Quizás estudie medicina o quizás sea una artista, de esas
que se sientan en el parque a dibujar al primer transeúnte que alcance su vista.
¿Qué esconderá ese pálido rostro y esa mirada oscura?
¿Cuáles serán sus secretos y quiénes harán realidad sus sueños?
Me pregunto si yo también destilaré esa misma aura, si yo
también brillo al pasar, si alguien me escribirá unas breves líneas…
Ella es especial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario