“Y no cambiaría nada”
Mientes -dijo una vocecilla en mi cabeza.
No es el
momento -le susurré.
-¿Entonces cuándo? ¿Cuándo todo sea demasiado tarde y nadie sepa
contestar los porqués que dejaste al irte?
-No voy a irme, ¿de dónde has sacado semejante idea? Estoy bien.
-Por supuesto que estás bien. Llorar día tras día, acariciar el cristal
en búsqueda de alguna solución distinta y martirizarte hora tras hora por tus
errores es estar bien.
- Cállate, nadie te ha pedido
tu opinión.
-Pues tú deberías dar la
tuya de vez en cuando, no vaya a ser que se pudra aquí dentro.
-Yo doy mi opinión.
-No, tú te engañas a ti misma diciendo que la das, pero lo único que haces es
sonreír y dejar que los demás se apoyen en ti. Que yo sepa no eres ni una pared
ni una columna.
-Déjate de tonterías, no
estoy para que escuchar sandeces. ¿Qué quieres qué haga?
-¿Qué te parece si
cuando te pregunten cómo estás comiences con la verdad? Con un mal, con un cansada o con un simple
sollozo ahogado. Y no con esa puta sonrisa que me pone de los nervios.
- A nadie le importa cómo me
sienta en realidad, ¿por qué debería molestarme en mostrarlo?
- Él te ama y Ella…Ella te aprecia. Y Ellos, Ellos te quieren.
-Pero Todos tienen suficientes problemas de por si, no quiero molestar,
no quiero ser otro bache que tengan que saltar. Quiero que estén bien.
-¿Y qué pasa contigo? Ellos
escupen sus problemas sobre ti, tú los recoges, les das la vuelta, les buscas
el lado positivo y consigues sacarles una sonrisa, aunque por dentro no
detengas tu llanto.
-Les ayudo, eso no tiene nada de malo…
-¿Y a ti quién te ayuda? Parece que no quieres darte cuenta de que si
esto sigue así, llegará un momento en el que no volverás a estar para nadie.
-¿Acaso no te he dicho que te calles? Intento prestar atención.
-Cómo si lo que dice este
gilipollas te importase.
-Shh….calla, es un profesor.
-Un profesor de matemáticas subnormal.
-Va a oírte, cierra la boca.
-Soy tu conciencia, no seas tonta, no puedo escucharme…
-¿Estás bien? Pareces algo
dispersa.- me susurró mi compañera.
-Sí,sí… solo estaba pensando.
-¿En qué?
Me quedé en silencio, ¿debía
hacer caso a mi conciencia y decirle sobre mi pequeña lucha interna.
Finalmente:
- - En cuan aburridas son las derivadas y la inmensa
cantidad que tenemos que hacer para este fin de semana.
Sonó el timbre,
fin del primer asalto.