Soñé que estabas entre mis sábanas, como otras tantas
veces he soñado que me amabas.
Busqué dentro de mi corazón con la esperanza de hallarte
en él, pero solo había dolor mezclado con un poco de desamor.
Y aunque mis labios sepan a los tuyos, y las lágrimas no
detengan su transcurso, quiero seguir creyendo que soy alguien para ti.
“No puedo
permitirme perderte…”
¿Acaso hay otra realidad?
Ya estoy lejos, rota, con la mirada perdida más allá… los
cortes latiendo al son de las palabras que nunca pronuncié, que me ahorcarán
por la noche. En la misma cama en la que tú me robaste la Dignidad.
Me pierdo entre lágrimas cuando juré no permitirlo, me
has convertido en aquello que jamás quise ser. Y sin embargo, volvería a
recorrer cualquiera de los pasos dados por volver a estar entre tus brazos.
Como en aquella despedida bajo la lluvia, ¿aún recuerdas
el fulgor de mis ojos? Te lo llevaste…
Dijiste tomar mi mano y recorrer juntos la travesía pero
veo cómo te alejas y yo no voy a alcanzarte, porque ese no es mi camino. Pues
aunque me hayas tomado prestado el corazón todavía respiro entre los escombros
que conforman mi ser.
Sentí tus manos recorrer mi espalda y susurrar mi nombre.
Limpié tus lágrimas entre colores y bordeé tu alma en
busca de lo que escondes.
Me hallé desolada, perdida ante tantas máscaras
prefabricadas. Como si hubiese vivido en mi propia utopía, más si así hubiese
sido no habría despertado. Me hundiría entre las frías aguas del Norte…
Pero esto es la realidad, esa en el que me estoy
disipando hasta desaparecer en el olvido, junto a tus palabras… En consonancia
con nuestro Amor.