Rêves de Papier et Cauchemars d'Acier.

viernes, 26 de diciembre de 2014

Navidad

Faltan pocos días para cerrar el que ha sido sin duda el mejor año de  mi vida.

Mi madre siempre dice que los recuerdos bonitos hay  que llevarlos cosidos al corazón, para que no se pierdan.
Y que los malos momentos hay que llevarlos cogidos de la mano. Arrástrandolos por los andenes, caminando sobre la lluvia.

Ha sido un año de principios y finales, de vuelos inacabados y de promesas eternas. De sonrisas, de pocas lágrimas.  De muchos besos y caricias.De ti, de mi, de nosotros y vosotros.

Sonrió al darme cuenta de cómo la Navidad me ilumina, trae horas de dulzura e infancia de nuevo a mi memoria.

Al igual que me trae nuevas expectativas e ilusiones...

No importa la edad, los sueños rotos, las sonrisas perdudas,  no. Es Navidad, una mera fecha que nos hace reflexionar y buscar a la esperanza entre las estrellas heladas.

domingo, 9 de noviembre de 2014

Libros...



Llegué de vuelta de la oficina, la reunión de accionistas había sido agotadora. Me quité los tacones dejándolos caer al lado de la puerta.

Solo se oía el pasar de las páginas de alguno de los libros de mis estanterías. Pero estaba equivocada, no era uno de esos grandes manuales que últimamente mi chico había acostumbrado a leer con el objetivo de intentar entender a qué me dedicaba en realidad. Sino que era uno de esos maravillosos cuentos plegables que daban vida a extintos dinosaurios repletos de colores, repletos de felicidad.

Una pequeña cabeza rubia se escondía entre los pliegues, sus achocolatados ojos brillaban ante el sinfín de aventuras que acababan de presentarse ante él.

Solo levantó la mirada cuando escuchó mi risa, no pude evitarlo. Aquel chiquitín me recordaba tanto a…

-Está niña es muy callada, además apenas se mueve del sillón.
¿No habéis pensado en llevarla a un especialista o algo?

-    -  A la niña no le pasa nada, simplemente está leyendo eso es todo. Le gustan los libros, eso no tiene nada de malo.

-    -  ¡Por dios! Solamente tiene dos años, ningún niño a su edad lee.

Mi madre entornó los ojos, hacía tiempo que había desistido en explicar a los demás lo especial que era su hija. Ella misma sabía que era extraño que ya desde tan pequeña devorase libros de aquella manera. Pero no le negaría ese placer a su chiquitina.

Y nunca lo hizo, aún recordaba como su madre le compraba un libro cada vez volvían del dentista, o como para cada cumpleaños le permitía hacer un listado de libros que deseaba. E incluso ahora, con un trabajo, una familia y un hogar; su madre seguía trayéndole un libro cada vez que la visitaba.

Ahora ella ya no hacía eso, no esperaba a una fecha especial o a un momento idóneo. Los viernes se había convertido en el día del libro. Y aquel frío viernes de diciembre no era una excepción.

Así que con determinación tomó a su pequeño en brazos depositando un beso sobre sus pecosas mejillas y sacó de su bolso un brillante envoltorio. Sus ojos se abrieron con determinación, sabía perfectamente de que se trataba pero eso no le privaba de una emoción inocente e infantil.

-¿Otro libro mami?


-Otro libro hijo.

lunes, 13 de octubre de 2014

Ruidos del corazón.


Dejó su mente volar, alejarse de las funciones y balances…


         Allí no había horarios, trenes perdidos, anhelos de noviembre.


Solo había sentimientos, no ansiedad, ni ante el futuro ni la inminente soledad de los próximos estíos.


          Allí solo estaba ella, distinta, observando la oscuridad.


La vida ha ido perdiendo su sentido, el por qué seguir, el por qué luchar…


                   JE             NE    SAIS           PAS


Tenía miedo de perderse lo mejor de la vida; perder su amor, su familia…incluso ese futuro incierto lleno de vacío.



Levantó la mirada y no vio nada, solo sombras chinescas moviéndose maniatadas en un escenario de madera desvencijada ante ojos hinchados cegados ante la mentira.

miércoles, 8 de octubre de 2014

Effondrement



No dudó en quitarse la ropa y echarse a llorar junto a la ventana. En ver las gaviotas volar a baja altura molestando a los transeúntes.

Rezó por su alma furiosa y agitada, por las lágrimas que había hecho derramar. Lo intentó y no lo consiguió. No había nadie escuchándola, así no encontraba la respuesta a sus problemas y ni siquiera se sentía mejor. Es más, tenía la sensación de estar engañándose a sí misma; una vez más.

Deslizó las sábanas para dejarse caer sobre el irregular colchón, enredó sus piernas a las finas telas con movimientos indecisos.

Durante horas recorrió la noche, peleándose con las pesadillas y reencontrándose con sus demonios en el alféizar del ventanal.



                             Una suma de opósitos, era todo lo que eran ellos.


Una ida y venida constante, pecas y lunares perdiéndose en una viña bajo el sol de la Toscana, lágrimas disfrazadas de sonrisas; blanco y negro.



Una llamarada de fuego congelado, estática ante el paso del tiempo y las miradas impetuosas. Así es como se sentía; ni desdicha ni pena, quizás algo de remordimiento a altas horas de la madrugada. Pero experimentaba una continua paz sosegada que nunca antes había sentido. 

lunes, 29 de septiembre de 2014

Infinito.

              
              Le besó…como nunca había hecho. Con temor, indecisión y miedo.

Su cuerpo temblaba, esta vez no por el roce eléctrico e íntimo entre ambos. Él lo notó, y no dudó en agarrarla fuertemente de la cintura con una mano, mientras que con la otra acariciaba la cascada que conformaba su cabello al caer, raudo, sobre su espalda desnuda.


Sintió las lágrimas de ella, cálidas y veloces caer sobre las mejillas de ambos y la separó ligeramente de él.

Ojalá pudiese llevarse toda la tristeza y temor de aquellos ojos que le habían dado la vida…

El miedo se había apoderado de ella, de su dulce mirada, de sus elocuentes gestos, de sus suaves sonrisas…las palabras eran cada vez más escasas, sin el fuego que las caracterizaban. La chica astuta y elocuente se estaba marchitando en algún lugar de aquella delicada mujer que sollozaba entre sus brazos.



No la dejaría marchar, era lo que más quería de este mundo y la necesitaba. A pesar de que el tiempo no jugaba a su favor, él tenía sus quehaceres y ella jugaba a contrarreloj en su rutina para arrebañar unas horas que pasar junto a él; se querían y se conformaban con lo que ahora la vida les había dado.
Ella quería un futuro prometedor pero… ¿estaba dispuesta a sacrificar la comodidad y tranquilidad de su hogar? ¿Estaba dispuesta a marchar sin él?


¿Y él…? ¿Estaría dispuesto a confrontar las dificultades, e idas y venidas por parte de ella? ¿Podría con los miedos de ambos?

Lloró en silencio, con miedo a que los demonios, que ya estaban despiertos la aterrorizasen aún más.

No podía evitar pensar que su sacrificio no valdría la pena, que él, acabaría marchándose por no tener a una mujer que pudiese dedicarle todo el tiempo que se merecía. Tenía miedo a no ser suficiente, a no dar la talla, a defraudar a todos los que habían confiado en ella y, sobre todo tenía miedo a perderse en el trayecto hacia su futuro, a olvidar su esencia, lo que realmente le hacía feliz. Estaba atemorizada porque sus miedos se estaban apoderando de ella sin piedad. Las horas corrían, las lágrimas caían y el amor se desvanecía entre sábanas solitarias y desvencijadas. ¿Podría jugar con el infinito? 


¿Ser esa chica infinito que susurra a la noche en busca del perdón y de la luz de un nuevo día?


Una chica infinito triste y pérdida.




domingo, 21 de septiembre de 2014

Rêves.




Hay sábanas enredadas entre mis piernas, movimientos indecisos recorriendo las horas de la noche y quién sabe… pesadillas reencontrándose al borde de la ventana.


Las palabras, las letras de mis poesías protegen mis sueños cuando oscurece el día, sin embargo parecen haberse perdido entre sus propios renglones. Esperando al ritmo perfecto.


Acerco su peluche a mi pecho con la esperanza de que fuese él quien me abrazase en estos instantes. Pero sé que no es posible, así que simplemente aspiro a poder recordar su aroma nítidamente y poder sonreír en las sombras de la noche.


Traviesa y hierbabuena.


El verdor de sus ojos entre las páginas de mis apuntes susurrándome que no estoy sola, que solo son pequeños pasos repletos de sacrificio hacia nuestro futuro.


Viajando a nuestro Paris… lejano y utópico. Solo alcanzable a altas horas de la madrugada o en viajes de tren rutinarios y eternos.


La música callada de nuestros corazones se ha adueñado de nuestras pupilas, y por ello todo se ha vuelto negro, algo roto…triste.

Hemos dejado de soñar. He dejado de soñar.



sábado, 23 de agosto de 2014

Sheffield.



Hoy, el último día, a escasa media hora para dirigirme hacia el autobús que me llevará a Manchester, hacia el aeropuerto; he tenido la oportunidad de sentarme con la radio inglesa de fondo, a escribir.


¿Qué decir de mis dos semanas en esta pintoresca ciudad?

No mucho, pero tampoco poco.

Porque no habido momentos malos, sino momentos de aprendizaje, siempre hacia delante. Porque el sentimiento de aprensión que antes encerraba en mi pecho ha desparecido. El silencio ya no es un enemigo contra el que batallar por las noches. Sino un aliado para disfrutar de los momentos más bellos e inesperados del día.


Sería hipócrita si dijese que voy a echar todo de menos…pero sí que siempre habrá un trocito de mi corazón escondido por aquí, recorriendo la ciudad en el 53.

Si tuviese que llevarme una sola cosa de este lugar sería la diversidad cultural y el respeto cívico-público que existe entre ellas. ¡Y los pubs nocturnos!


Ha sido una experiencia enriquecedora, de los pies a la cabeza. Pues he mejorado mi inglés, me he integrado en un entorno inhóspito, con gentes desconocidas, de las cuales me llevo un par de risas y recuerdos inmemorables, y sobre todo he viajado, he visto, he probado, he tocado…he vivido.


También me he hartado de las clases, de los sándwiches con contenido, aun en día, indescifrable, de esos cambios de humor que sufre el clima en esta ciudad y de la cuesta mañanera hacia la parada del autobús. Pero no de un mal modo, porque todo ello lo recuerdo con una sonrisa asomando de mis labios.  J


A pesar de tener ganas de volver a ver a mi gente, a la que he echado de menos durante estos días, esta experiencia era necesaria para mí. Para pensar, para ver qué rumbo quiero que tome mi vida.

Me he vuelto más fuerte, más independiente… soy capaz de desenvolverme con mayor soltura y sonreír a la vida. Porque todo llega para irse y hay que disfrutar todo lo posible de cualquier oportunidad que te brinde la vida.

Sonreír a lo desconocido, cerrar los ojos y descubrir, que en tu interior no hay ningún cabo suelto sin atar, que todo se ha anudado correctamente con el paso del tiempo y la madurez que trae consigo. Que podrías hacer lo que  quisiese, que los demás ya no importan, solo tú y tu felicidad.


Que ya no eres la niñita de mamá y papá, sino una mujer que está comenzando a averiguar que el mundo tiene mucho que ofrecerte, que hay muchas experiencias que tienes que vivir y que siempre, siempre, tienes que ser fiel a ti misma y a tus sentimientos.


Y creo que ya es el momento de ir concluyendo este pequeño recordatorio de mis días. Voy a dejar que Barber’s Field, The Globe, Interchange, Meadowhall, Hallam University, Peace Gardens, Yate’s… permanezcan en mi memoria, se mezclen con otras bellas historias y creen lo que un día será mi vida tal y como aun no la conozco.


Finaliza su breve intervención en papel reglado, Asunción Mateos Gámez, desde el sofá azul de Cawthorne Close 34, Woodseats. Sheffield.





domingo, 1 de junio de 2014

Bienvenu.



Era un cuento, una poesía…una leyenda perdida.
Un reloj parado, un stop (¡pum!), mal señalado.
Una analogía del pasado.

Un pretérito mal conjugado entre las letras del abecedario.
La sonrisa perdida de mi sobrina Marina,
marina el marinero como el sombrero toca el suelo.

Bienvenido a la enumeración de los sueños.

La lucha incansable de los poetas ilegítimos,
De los escritores reservados
O con reserva en el bar-restaurante de al lado.
Sinceros o no, allá vamos.

Unos pantalones ajustados, un beso mal dado,
Maldito bastardo.
 La pasión ya ha desenfundado.
Los labios sobre la mesa, las cartas en el armario.

Bienvenido a la enumeración del pasado.

  
El gato sobre el tejado ya ha despertado,
Un poco asustado porque el sol se ha ocultado y…
Tú, tú no has llegado.

Ni tus ojos verdes bajo el sol,
Ya no habrá paseos con mis nuevos zapatos de charol
Déjame perderme en la miseria del alcohol.

Para despedirnos, para despedirte.
Como tú nunca hiciste.

Permíteme decirle adiós a tus pecas,
Adiós a nuestras muecas,
A tus besos en mis cicatrizadas muñecas…


Bienvenido a la enumeración de lo que nunca ha sido.

miércoles, 28 de mayo de 2014

Instantes en el olvido.




-No me dejes caer.

-¿Acaso crees que podría?


Silencio, impregnado en una atmósfera cargada de relámpagos entre los susurros del viento. Sus brazos caídos en sus costados, saboreando la dejadez del tiempo.

Se dejó caer sobre el suelo, de un golpe seco y sórdido. Con las piernas balanceándose al borde del terraplén. El otro chico se sentó a su lado y le tomó de la mano. Ambos se miraron y sonrieron. Qué difícil era alcanzar la felicidad.


-          - Yo a veces también tengo miedo a ser quien soy en realidad. También temo que los demás me juzguen por mi amor, nuestro amor. Pero cuando estoy contigo, como ahora, cuando te miro a los ojos sé que esto es lo correcto. Y no voy a permitir que nadie te haga dudar de ello.


Sus reconfortantes palabras nunca llegaron a llenarle, ni lo más mínimo. Pero aquella pasión que denostaba cada una de sus palabras, la fuerza en sus ojos y el coraje diario de Nathan para enfrentarse a los temores tanto a los propios como a los suyos, consiguió que a pesar de que el cielo estaba encapotado, el día se había vuelto bonito.


Y con ese pensamiento, se acercó a él, tomó su mano y le besó.

Felices, momentáneamente, se levantaron del suelo y se marcharon. Dejando atrás un demonio menos con el que lidiar (espero).


jueves, 22 de mayo de 2014

Hoy.



En mi mente hoy era un día soleado, día de vestidos con lazos y moños improvisados. De sonrisas cálidas, casi tanto como la brisa entre los cerezos. De paseos a medianoche bajo la mirada de la que algunos denominan “ciudad”.


Sin embargo llueve, corre el frío y el veloz viento se ha llevado mis ilusiones de hoy. El vestido de graduación me espera en el armario, sabe que ha llegado el día de abandonar todos los años de dolor y sufrimiento que he pasado en ese centro.


Han pasado seis años desde que entré por aquella puerta blanca, puerta, que hoy, no se cierra y a la que nadie hace caso. Ojalá viniese algún cerrajero competente y me ensañase a cómo hacerlo con la mía propia.

Recapitular es un acto de madurez y reflexión, lo he hecho. Y he pasado la noche llorando.


Gimoteando porque en el fondo nada ha cambiado. Sigo siendo aquella niñita completamente insegura de sí misma, asustada ante las miradas de los demás, engañándose, creyendo que nunca podrá conseguir aquello que anhela.

Volveré con mi vestido, volveré con lágrimas en el corazón y la almohada volverá a ser testigo de la caída.

¿Sabes? Ayer volvieron mis demonios, con más fuerzas que nunca. Llevaban tanto tiempo sin verlos, sabía que estaban ahí. Notaba su presencia. Pero ayer me hablaron, me dejaron claro que la felicidad no puede figurar entre mis objetivos, que ellos son los que mandan y que solo me queda…escribir.

Aunque sea poco, mal, o de manera dolorosa.

Escribir.



Esto es el fin de una etapa, para siempre. No pretendo borrarla de mi vida, que si desterrarla hasta que esté preparada para afrontarla con una sonrisa. Pero, hoy….hoy no es el día.

sábado, 10 de mayo de 2014

PETITE BRUNETTE



Leyendo algún artículo de un periódico vespertino o quizás una reseña cinematográfica de alguna revista anticuada de la sala de espera del dentista, encontró otra parte de su alma.

Conocía esa sensación en el pecho, de como si le atravesase una flecha para quedarse clavada en su diafragma. No era la primera vez que le ocurría, recordaba como en una de las tediosas clases de filosofía el profesor susurró la palabra ataraxia. Ella, intrigada volvió a casa con el afán de descubrir que bellos secretos escondía tras de sí.

Desde entonces todo ha cambiado. Y parece ser que hoy volverá a ocurrir lo mismo, es posible que no tengan un significado recóndito, al fin y al cabo, petite brunette no deja de ser una muchacha pequeña y morena. Pero no le importaba.
Porque ella era eso, una chica bajita con el cabello oscuro. Y se sentía orgullosa de serlo. No necesitaba ser grande blonde o grande pelirroux, para alcanzar sus sueños. No necesitaba de un metro ochenta para encontrar a su “príncipe azul” ni de un cabello rubio, liso y sedoso para defender como una fiera sus convenciones.

Era una petite brunette luchadora, orgullosa, altiva, segura de sí misma, dispuesta a comerse el mundo a grandes bocados.

Búscala entre el gentío, porque suelen pasar desapercibidas, lucha por hacer sonreír a sus ojos y arráncale los demonios del corazón…

                            Mi amor.

domingo, 4 de mayo de 2014

Era...


Adara era la chica de las camisas anchas y las sonrisas estrechas. Maquillada a base de inseguridades resguardándose de sus demonios. Era de mente fría pero de sueños eternos, inalcanzables… y bonitos.

Temperamental, con un fuego quemándole la garganta y una mirada cubierta de una falsa seguridad.

Se negaba a estar rota, rechazaba romper a llorar y rehusaba vivir entre utopías.
No había desgana en su rutina, sino un anhelo de algo más. Una búsqueda.

Un amor verdadero entre sus brazos o un intento de para siempre entre sus pecas. La desaparición del temor y el anhelo de sus besos.

Adara era un entresijo de dudas e incertidumbres.

Escondida entre libros y con una canción siempre en su cabeza, susurrándola a lo largo del día con la esperanza de echar a volar en el momento menos pensado.

Buscando una 90-60-90 entre alguna de las teclas de la calculadora y un je t’aime entre las cicatrices de sus muñecas.

Entre sus ojeras se escondía la humillación y la soledad, esperando despertar cuando la primera lágrima cayese. O cuando la tinta tocase el folio. Quién sabe…
Solo necesitaba huir, marcharse lejos. A solas. Replantearse su vida una vez más y retornar con esperanzas ¿no?

Era eso o darse por vencida, permitir que todo se desmoronarse. Que ella se alejase, que él se fuese para no volver… que retornasen las pesadillas y las voces en su cabeza. Tenía miedo, quería irse para no volver. Jamás.

Elle veut sortir de son cauchemars.

lunes, 28 de abril de 2014

Artiste.



A veces todo le venía grande, a veces sus miedos se apoderaban completamente de ella y sobre todo, a veces… a veces nada tenía sentido.

Se ocultaba entre rápidos parpadeos y feroces principios morales, entre las páginas de los libros y los acordes de un piano mientras sus pies la pedían bailar…la suplicaban bailar.

En su interior, en aquel que nadie veía (o que ella no permitía que viesen), le hubiese gustado ser artista. 

¿Dónde quedaban sus tardes de verano en las que el vuelo de su vestido subía hasta su cintura mientras ella giraba al son de la música y de sus labios se escapaban estrofas sueltas de su canción favorita?

¿Dónde quedaban las acuarelas gastadas y los pinceles rotos (desgarrados de la pasión que destilaban cuando ella trazaba sobre el folio)? ¿Y las tardes en las que adoraba tomar su cámara para inmortalizar el nacimiento de las rosas de su jardín?

La artista había muerto. O se había marchado a perseguir su sueño.

Puede que un día, volviesen a encontrarse. Se sonriesen, asintiesen con su cabeza y cada una siguiese su camino, otra vez.

No sabía por qué, pero ella no se había marchado del todo. Sus pies seguían moviéndose al son de una canción imaginaria mientras sus dedos tecleaban sobre la calculadora. Sus labios, seguían susurrando bellas letras de amor mientras su cabeza se perdía entre análisis económicos. Era un sinsentido.

No quería abandonar ese pedazo de libertad que el arte le otorgaba, pero tampoco podía vivir sin la racionalidad que aquellos libros le concedían cuando se hallaba sumamente perdida entre sus confusos sentimientos.


Solo necesitaba no mezclarlos, saber cuándo y cómo, qué y por qué. Retomar los fragmentos de su corazón e intentar pegarlos (por muy dispares que fuesen) con algo más potente que lo de la última vez. 

lunes, 21 de abril de 2014

Un breve receso.



Sonó el timbre y recogió con lentitud su archivador metiéndolo en la mochila. Cuando se dispuso a entablar conversación con su compañera de pupitre esta ya se había marchado en búsqueda de algún sitio en la cafetería. Así que decidió darse un poco de prisa e ir a buscarla.


 Salió del aula y le vio esperándola, estaba apoyado en la pared, con la mochila colgando en uno de sus hombros, lo cual hacía que su camisa se levantase y dejase entrever su abdomen marcado y definido.

Inconscientemente sus ojos fueron en búsqueda de los suyos, mierda, se suponía que estaba enfadada, su idea era ignorarle. A pesar de que sus ojos chocaron Adara no frenó su paso y siguió caminando con la intención marcharse del solitario pasillo.


Sin embargo cuando pasó a su lado Arsen la tomó de la cintura y con un rápido movimiento la aprisionó entre su cuerpo y la pared.

-¿A dónde crees que vas?- susurró antes de lanzarse a su cuello y adornarlo con besos y mordiscos.

Adara sorprendida ante la nueva faceta de su novio, que normalmente solía ser muy reservado, no supo cómo reaccionar. De repente todo su enfado se había evaporado y había dado lugar a una eminente excitación.

-¿Se puede saber…qué estás haciendo?-dejó escapar entre gemidos ahogados Adara, al mismo tiempo que dejaba caer su mochila al suelo e intentaba zafarse de su agarre.


Las manos de él jugueteaban con los botones de su blusa, se deshizo de su mochila y de su chaqueta, y la pegó por completo a su torso. Aspiró su delicioso aroma a vainilla y coco al mismo tiempo que sus besos iban subiendo hacia la oreja de ella, donde se entretuvo en chupar, besar y morder antes de contestarla:

Jugar, es hora del recreo y los niños juegan. Yo también quiero.


Adara tuvo que agarrarse al cuello de su acompañante mientras su cuerpo temblaba de arriba a abajo. Deslizó sus manos por su espalda, aferrándose a su camisa cada vez que ahogaba un gemido.
Tomó sus manos y con una mirada lasciva le arrastró hacia el baño de las chicas, cerró la puerta y se deshizo de su blusa.

-¿Quieres jugar? Pues juguemos como yo quiero.


Ahí estaba ella, con solo una falda y el sujetador de encaje negro, su cabello cayendo sobre sus hombros, ocultando sus pezones erectos que se transparentaban bajo la delicada tela. Simplemente deseándole.

Se acercó a ella, la tomó de la cintura y la cargó para llevarla al interior de uno de los cubículos.


Adara le quitó la camisa dejando que cayese en el suelo y Arsen no podía hacer otra cosa que respirar entrecortadamente en busca de algo de cordura ante aquella inverosímil situación.

Mientras ella le depositaba húmedos besos y pequeños mordiscos entorno a su abdomen y sus manos jugueteaban con el tiro de sus pantalones, él tuvo la habilidad suficiente para deshacerse del broche del sujetador. Entonces la levantó, y apoyándola en la pared comenzó a masajear sus pechos, tomó sus rosados pezones entre los dedos índice y corazón de cada mano y comenzó a apretarlos, a girarlos… De vez en cuando los tocaba con sus pulgares para que Adara no pudiera contener sus gemidos. Volvió a sus labios, donde sus lenguas se enzarzaron en una batalla por la dominancia de aquel encuentro. Finalmente, extasiado, Arsen volvió a los pechos de ella y se metió uno de ellos en la boca, chupando, absorbiendo su fragancia, delineando su forma con la punta de su lengua. Se preguntó qué pasaría si los mordía…Por la forma en que Adara hundió sus manos en su cabello rubio y como le acercó más a ella pudo intuir que  lo había hecho bien.


Repentinamente Adara se apartó de él y le sonrió. Acercó sus labios a los suyos, besándole con deseo y pasión. Sus respiraciones eran agitadas. Tal era la excitación de ambos que los gemidos no dudaban en abandonar sus gargantas.

Mientras ella permitía que él navegase entre las curvas de su cuerpo Adara comenzó a bajar lentamente por el torso de Arsen mientras sus pechos desnudos acariciaban la piel desnuda de él, que se erizaba al sentir los pezones duros de ella rozándole.
 Se dispuso a desabrochar sus pantalones. Los bajó hasta abajo y se puso de rodillas, ató su pelo en una improvisada y mal hecha coleta, y bajó sus calzoncillos sin previo aviso.


Hizo que Arsen apoyase la espalda sobre la pared para que pudiese descansar y ella pudiera hacer todo el trabajo, teniendo el control como siempre le había gustado. Su miembro estaba completamente erecto por lo que Adara se lo metió en la boca. No había tiempo que perder.

Comenzó a succionar lentamente, sintiendo como este crecía. Adoraba esa sensación. Con la lengua lo recorrió desde la base hasta la parte superior, deleitándose en el tronco, escuchando los gemidos de su acompañante que le pedía que no parase. De manera continuada subió y bajó, alternando la velocidad, usando pasadas largas y lentas, cortas y rápidas. Arsen le tomó las manos privándola del tacto de su cuerpo, él también podía torturarla, aunque en comparación con lo que ella le estaba haciendo, era una tortura mínima.

Adara continúo chupando incesablemente hasta que Arsen la apartó súbitamente para no correrse en su boca, la abrazó fuertemente mientras su cuerpo temblaba. Esa chica iba a acabar con él…


Sonó el timbre y ambos se voltearon al escuchar el sonido, pero lejos de vestirse de nuevo Adara se sentó en el inodoro, se zafó de su ropa interior y le mostró a Arsen aquello que llevaba deseando tener para él desde que habían entrado a aquel servicio.

-Te quiero dentro, y te quiero ya.


Sacó de su bolsillo un preservativo y dejó que ella se lo colocase mientras la alzaba y la apoyaba contra la pared. Miró a sus ojos de color selva, repletos de deseo y lujuria.

Se introdujo en ella sin ningún apéndice de delicadeza pero por como Adara no pudo evitar  su gemido, no debió de haberle importado en absoluto.

Arsen se dejó llevar, las embestidas eran bruscas y fuertes, penetrándola hasta el fondo sin ninguna sutileza. Ella mientras tanto mordía y chupaba el hombro del muchacho para evitar que sus gemidos fuesen escuchados por sus compañeros en el pasillo.


Su miembro entraba y salía con desesperación de su húmeda entrada, deseaba que nunca se acabase esa sensación de dominancia sobre ella. Verla excitada, sudando, con la boca entreabierta susurrando su nombre mientras sus pechos se movían al ritmo de sus embestidas acabaron con su autocontrol.
Arsen no pudo más, clavó sus uñas en las nalgas de ella y explotó en su interior. Ella seguía manteniendo el movimiento rítmico de sus caderas, frotándose sobre él. Las manos de Adara se clavaron en su espalda, con los ojos cerrados, la cabeza atrás, y con su incesante movimiento que le permitía notar  su clítoris frotarse con el pubis de él, encendiendo de nuevo la pasión.

Aceleró sus movimientos hasta que un grito de placer salió por sus labios. Contuvo la respiración mientras se corría. Arsen la agarró por la cintura para que no se cayese, sus espasmos fueron en aumento hasta que el silencio volvió a hacerse dueño de la estancia.


Salió de ella depositando un beso sobre su frente, tomó el preservativo, lo envolvió en un pañuelo y lo tiró a la papelera. Buscaron su ropa y ayudándose el uno al otro se adecentaron para volver de nuevo a sus clases.

Cuando salían por la puerta Arsen la tomó de la mano y le preguntó: ¿Aun sigues enfadada?


Ella sorprendida ante la pregunta no pudo más que marcharse y hacer el intento de atender lo que le restaba de día a alguna de las explicaciones…