Sonó
el timbre y recogió con lentitud su archivador metiéndolo en la mochila. Cuando
se dispuso a entablar conversación con su compañera de pupitre esta ya se había
marchado en búsqueda de algún sitio en la cafetería. Así que decidió darse un
poco de prisa e ir a buscarla.
Salió del aula y le vio esperándola, estaba
apoyado en la pared, con la mochila colgando en uno de sus hombros, lo cual
hacía que su camisa se levantase y dejase entrever su abdomen marcado y
definido.
Inconscientemente
sus ojos fueron en búsqueda de los suyos, mierda, se suponía que estaba
enfadada, su idea era ignorarle. A pesar de que sus ojos chocaron Adara no
frenó su paso y siguió caminando con la intención marcharse del solitario
pasillo.
Sin
embargo cuando pasó a su lado Arsen la tomó de la cintura y con un rápido
movimiento la aprisionó entre su cuerpo y la pared.
-¿A
dónde crees que vas?- susurró antes de lanzarse a su cuello y adornarlo con
besos y mordiscos.
Adara
sorprendida ante la nueva faceta de su novio, que normalmente solía ser muy
reservado, no supo cómo reaccionar. De repente todo su enfado se había
evaporado y había dado lugar a una eminente excitación.
-¿Se
puede saber…qué estás haciendo?-dejó escapar entre gemidos ahogados Adara, al
mismo tiempo que dejaba caer su mochila al suelo e intentaba zafarse de su
agarre.
Las
manos de él jugueteaban con los botones de su blusa, se deshizo de su mochila y
de su chaqueta, y la pegó por completo a su torso. Aspiró su delicioso aroma a
vainilla y coco al mismo tiempo que sus besos iban subiendo hacia la oreja de
ella, donde se entretuvo en chupar, besar y morder antes de contestarla:
Jugar, es hora del recreo y los niños
juegan. Yo también quiero.
Adara
tuvo que agarrarse al cuello de su acompañante mientras su cuerpo temblaba de
arriba a abajo. Deslizó sus manos por su espalda, aferrándose a su camisa cada
vez que ahogaba un gemido.
Tomó
sus manos y con una mirada lasciva le arrastró hacia el baño de las chicas,
cerró la puerta y se deshizo de su blusa.
-¿Quieres
jugar? Pues juguemos como yo quiero.
Ahí
estaba ella, con solo una falda y el sujetador de encaje negro, su cabello
cayendo sobre sus hombros, ocultando sus pezones erectos que se transparentaban
bajo la delicada tela. Simplemente deseándole.
Se
acercó a ella, la tomó de la cintura y la cargó para llevarla al interior de
uno de los cubículos.
Adara
le quitó la camisa dejando que cayese en el suelo y Arsen no podía hacer otra
cosa que respirar entrecortadamente en busca de algo de cordura ante aquella
inverosímil situación.
Mientras
ella le depositaba húmedos besos y pequeños mordiscos entorno a su abdomen y
sus manos jugueteaban con el tiro de sus pantalones, él tuvo la habilidad
suficiente para deshacerse del broche del sujetador. Entonces la levantó, y
apoyándola en la pared comenzó a masajear sus pechos, tomó sus rosados pezones
entre los dedos índice y corazón de cada mano y comenzó a apretarlos, a
girarlos… De vez en cuando los tocaba con sus pulgares para que Adara no
pudiera contener sus gemidos. Volvió a sus labios, donde sus lenguas se
enzarzaron en una batalla por la dominancia de aquel encuentro. Finalmente,
extasiado, Arsen volvió a los pechos de ella y se metió uno de ellos en la boca,
chupando, absorbiendo su fragancia, delineando su forma con la punta de su
lengua. Se preguntó qué pasaría si los mordía…Por la forma en que Adara hundió
sus manos en su cabello rubio y como le acercó más a ella pudo intuir que lo había hecho bien.
Repentinamente
Adara se apartó de él y le sonrió. Acercó sus labios a los suyos, besándole con
deseo y pasión. Sus respiraciones eran agitadas. Tal era la excitación de ambos
que los gemidos no dudaban en abandonar sus gargantas.
Mientras ella permitía
que él navegase entre las curvas de su cuerpo Adara comenzó a bajar lentamente
por el torso de Arsen mientras sus pechos desnudos acariciaban la piel desnuda
de él, que se erizaba al sentir los pezones duros de ella rozándole.
Se dispuso a desabrochar sus pantalones. Los
bajó hasta abajo y se puso de rodillas, ató su pelo en una improvisada y mal
hecha coleta, y bajó sus calzoncillos sin previo aviso.
Hizo
que Arsen apoyase la espalda sobre la pared para que pudiese descansar y ella
pudiera hacer todo el trabajo, teniendo el control como siempre le había
gustado. Su miembro estaba completamente erecto por lo que Adara se lo metió en
la boca. No había tiempo que perder.
Comenzó
a succionar lentamente, sintiendo como este crecía. Adoraba esa sensación. Con la lengua lo recorrió desde la base
hasta la parte superior, deleitándose en el tronco, escuchando los gemidos de
su acompañante que le pedía que no parase. De manera continuada subió y bajó,
alternando la velocidad, usando pasadas largas y lentas, cortas y rápidas.
Arsen le tomó las manos privándola del tacto de su cuerpo, él también podía
torturarla, aunque en comparación con lo que ella le estaba haciendo, era una
tortura mínima.
Adara
continúo chupando incesablemente hasta que Arsen la apartó súbitamente para no
correrse en su boca, la abrazó fuertemente mientras su cuerpo temblaba. Esa
chica iba a acabar con él…
Sonó
el timbre y ambos se voltearon al escuchar el sonido, pero lejos de vestirse de
nuevo Adara se sentó en el inodoro, se zafó de su ropa interior y le mostró a
Arsen aquello que llevaba deseando tener para él desde que habían entrado a
aquel servicio.
-Te
quiero dentro, y te quiero ya.
Sacó
de su bolsillo un preservativo y dejó que ella se lo colocase mientras la
alzaba y la apoyaba contra la pared. Miró a sus ojos de color selva, repletos
de deseo y lujuria.
Se
introdujo en ella sin ningún apéndice de delicadeza pero por como Adara no pudo
evitar su gemido, no debió de haberle
importado en absoluto.
Arsen
se dejó llevar, las embestidas eran bruscas y fuertes, penetrándola hasta el
fondo sin ninguna sutileza. Ella mientras tanto mordía y chupaba el hombro del
muchacho para evitar que sus gemidos fuesen escuchados por sus compañeros en el
pasillo.
Su
miembro entraba y salía con desesperación de su húmeda entrada, deseaba que
nunca se acabase esa sensación de dominancia sobre ella. Verla excitada,
sudando, con la boca entreabierta susurrando su nombre mientras sus pechos se
movían al ritmo de sus embestidas acabaron con su autocontrol.
Arsen
no pudo más, clavó sus uñas en las nalgas de ella y explotó en su interior.
Ella seguía manteniendo el movimiento rítmico de sus caderas, frotándose sobre
él. Las manos de
Adara se clavaron
en su espalda, con los ojos cerrados, la cabeza atrás, y con su incesante movimiento
que le permitía notar su clítoris frotarse con el pubis de él,
encendiendo de nuevo la pasión.
Aceleró
sus movimientos hasta que un grito de placer salió por sus labios. Contuvo la
respiración mientras se corría. Arsen la agarró por la cintura para que no se
cayese, sus espasmos fueron en aumento hasta que el silencio volvió a hacerse
dueño de la estancia.
Salió
de ella depositando un beso sobre su frente, tomó el preservativo, lo envolvió
en un pañuelo y lo tiró a la papelera. Buscaron su ropa y ayudándose el uno al
otro se adecentaron para volver de nuevo a sus clases.
Cuando
salían por la puerta Arsen la tomó de la mano y le preguntó: ¿Aun sigues enfadada?
Ella
sorprendida ante la pregunta no pudo más que marcharse y hacer el intento de atender
lo que le restaba de día a alguna de las explicaciones…