Leyendo
algún artículo de un periódico vespertino o quizás una reseña cinematográfica
de alguna revista anticuada de la sala de espera del dentista, encontró otra parte
de su alma.
Conocía
esa sensación en el pecho, de como si le atravesase una flecha para quedarse
clavada en su diafragma. No era la primera vez que le ocurría, recordaba como
en una de las tediosas clases de filosofía el profesor susurró la palabra ataraxia. Ella, intrigada volvió a casa
con el afán de descubrir que bellos secretos escondía tras de sí.
Desde
entonces todo ha cambiado. Y parece ser que hoy volverá a ocurrir lo mismo, es
posible que no tengan un significado recóndito, al fin y al cabo, petite brunette no deja de ser una
muchacha pequeña y morena. Pero no le importaba.
Porque
ella era eso, una chica bajita con el cabello oscuro. Y se sentía orgullosa de
serlo. No necesitaba ser grande blonde
o grande pelirroux, para alcanzar
sus sueños. No necesitaba de un metro ochenta para encontrar a su “príncipe
azul” ni de un cabello rubio, liso y sedoso para defender como una fiera sus
convenciones.
Era
una petite brunette luchadora,
orgullosa, altiva, segura de sí misma, dispuesta a comerse el mundo a grandes
bocados.
Búscala
entre el gentío, porque suelen pasar desapercibidas, lucha por hacer sonreír a
sus ojos y arráncale los demonios del corazón…
Mi amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario