Apenas
puedo respirar, de repente el aire se ha vuelto pesado y mis pulmones han
dejado de funcionar.
Siento
como todo acaba de desmoronarse y ni siquiera me he dado cuenta, no hasta que
me percaté de cómo me limpiaba las lágrimas y yo sollozaba entre sus sábanas.
Quizás en aquel
momento debiese haber dado marcha atrás y hacer lo que todos hubieran hecho en
mi situación…
El
peso del mundo se cayó sobre mi espalda
y me devolvió a la realidad… aquella a la que jamás había pertenecido.
Venía a avisarme de las reglas del juego, y no iba a obtener un no como respuesta.
He
huido tantas veces de ella, o al menos he recorrido senderos que no le habrán
agradado demasiado…pero poco me importa(ba), hasta ahora.
Con
un nuevo miedo en mi caja de los recuerdos.
Listo
para visitarme por las noches, meterse entre mis sábanas y hablarme al oído.
Susurrarme con su voz trémula toda la mierda que se acumula en mi cabeza a lo
largo del día, musitar sueños inalcanzables, temores latentes día a día sobre
mi piel, inseguridades que pintan mis párpados…
Y
acabará conmigo, lo sé, porque ya son demasiados los que se resguardan en mi
bella cajita. Demasiados miedos y recuerdos dolorosos, y poca felicidad entre
tantas postales veraniegas de amistades rotas.
¿Pero
qué puedo hacer? Sueno como a aquellos poetas románticos ególatras que se
pensaban centro del mundo, cuando mis intenciones distan bastante de ello.
Aunque sigo quejándome, viviendo en un presente lineal y corrompido, un lugar
del cual la Belleza se marchó de madrugada.
Me
arrepiento de no haber tenido el valor suficiente en infinitas ocasiones, de
haberme dejado pisotear más de un centenar de veces….pero eso ya ahora no va a
cambiar.
Simplemente
debería ser capaz limpiar las huellas de las pisadas y buscar un nuevo sendero
que recorrer…
“Le
destin mêle les cartes et nous jouons.”