Rêves de Papier et Cauchemars d'Acier.

martes, 26 de mayo de 2015

Aquella del reflejo.



Estimadas voces de mi cabeza:

No sé si se acuerdan de mí, soy aquella muchacha, la morena que tiene que dar la cara por ustedes, todos los días, a todas horas. Soy a la que se dedican a manipular a altas horas de la madrugada. Aquella a la que le dicen mediante bostezos y máculas sobre sus ojos que la hora de soñar se acerca. Pero que luego, una vez entre las sábanas, dispuesta a entrar en el letargo de sus ensoñaciones, ustedes; damas y caballeros tienen la descortesía de dar comienzo sus ávidos debates respecto al transcurso de mi vida.

Supongo que a pesar de los millares de reproches que podría hacerles en relación, ustedes poseen el mayor contraargumento válido para cada uno de ellos, sin excepción. Así que me abstendré de enumerárselos uno por uno.

No obstante, no me dirijo a  sus eminencias con afán de reproche. Al contrario, les escribo para implorarles que cesen su continua actividad en mi perturbada mente. Despiertan a los monstruos de sus jaulas, les inquietan, alteran su ánimo y les empujan a la huida.

A continuación, ustedes se asustan, de repente cesan sus charlas y vuelven a sus rincones a meditar. Sin embargo el mal ya está hecho; los monstruos quieren jugar.

Y entonces soy yo, la chica de débiles reflejos quién debe enfrentarse a ellos. Explicarles que no son horas para jugar, que ya soy muy mayor para formar parte de su entretenimiento, aunque en realidad lo que ocurre es que temo lo que puedan arrebatarme tras su marcha.

Con lo que, una vez expuesto los hechos y sin más dilación me dispongo concluir con mi demanda.

Estimadas voces de mi cabeza les suplico con fervor que busquen otro lugar en el que mantener sus efusivos coloquios. Me han dicho que centímetros más abajo hay un corazón habitable, quizá allí tengan más suerte y no haya nadie que les escuche.

Atentamente, y deseándoles lo mejor en esta vida.

Aquella del reflejo.


viernes, 22 de mayo de 2015

Imagen.




Me despierto en mi cama, las sábanas a sus pies. Dirijo mi mirada hacia la pared, chocando con el blanco y negro de la imagen.

Me permito sumergirme en ella, en el muelle de robusta construcción.

Observo a mí alrededor, escucho el cantar de las aves y cierro los ojos. La brisa se enreda entre mis curvas, jugueteando entre los pliegues de mi vestido azul.
Suspiro, como no, y vuelvo a abrir los ojos. De repente el calor se amolda a mi cuerpo y siento la necesidad de refrescarme.

Me deshago de los zapatos, dejándolos a un lado. A continuación desato el vaporoso lazo atado en lo bajo de mi espalda. Y agarro los bordes, tirando de ellos hacia arriba, sobre mi cabeza. Con sumo cuidado coloco la prenda al lado de los zapatos.

Podría lanzarme en ese mismo instante a la fría agua del estanque, más sabría que su frescor no me reconfortaría si todo mi cuerpo no disfrutase de ella. Así que no dudo en desproveerme del resto de mi indumentaria. Al instante me zambullo y siento un escalofrío recorrer mi espalda. No puedo evitar sonreír.


Alejándome del atracadero siento como las penas, los recuerdos y la indecisión se diluyen entre las ondas que crean el movimiento de mis piernas.
De repente me paro en seco, desde mi posición puedo atisbar una figura en la otra orilla. No puedo ver su rostro, pero mi corazón sabe de quién se trata, y se para.

Mi respiración se vuelve errante, ante el temor de continuar; observo con detenimiento desde la lejanía a mi adlátere.

Y aunque no pueda verle desde la distancia que me mantiene a salvo de mis sentimientos, puedo imaginar sus ojos verdes inescrutables observándome, sin saber qué piensa, sin saber qué decir… Y vuelvo a sentirme tan débil, tan pequeña.
Él que dice no sentir, no amar…no ser hombre de pasiones. Frío y racional. ¿Recuerdas esas palabras?

Y tú… que durante tanto tiempo negaste la existencia de tus emociones, que te creías inatteignable , y que lejos de la realidad eres una mujer de ardientes deseos.

Entonces te cuestionas si debes alcanzar tierra y dejarte caer en sus brazos.  Piensas si te acogerán, si volverá a creer en el amor gracias a ti… o por ti. O si solamente eres la compañera de conversaciones idónea, la amiga eterna por la que los sentimientos afloran pero temen a ser expuestos.
¿Puedes atreverte a darle un pedazo de tu corazón? ¿Acaso lo tomaría o sería como aquella rosa qué jamás llegó a tus manos y se quedó en el rincón de sus pensamientos?


Sumerges tu cabeza, e intentas alcanzar el fondo con la punta de los dedos, necesitas desprenderte del oxígeno que acumulan tus pulmones. Ojalá tus sentimientos se aclarasen tan rápido como la necesidad de salir a la superficie en búsqueda de respuestas.
 Finalmente te decides por poner rumbo hacia la orilla, donde él te espera sentado con la mirada fija en algún lugar del horizonte. Suspiras, acabas de darte cuenta de que tu vestido se quedó millas atrás, junto con tu seguridad.

Aun así decides dar un paso al frente, cerrar los ojos y dejarte llevar  por el coraje que él genera en ti.

Cuando quieres darte cuenta sus manos salvaguardan las tuyas. Los párpados te tiemblan, él parece notarlo, pues acerca sus labios a ellos y los besa con ternura y delicadeza.  Te maldices a ti misma al sentirte tan vulnerable cuando sientes su aliento cerca de ti, pero no puedes evitarlo.

Sin otro remedio abres los ojos para encontrarte con los suyos, las lágrimas comienzan a caer…el miedo aflora y la incertidumbre hace tiritar tu cuerpo. Huyes la mirada con la esperanza de que no pueda leer lo que ocultas. Pero él ya lo sabe, como con todo, él va un paso adelante.

Aleja sus manos de las tuyas y te obliga a mirarle, te sonríe: tu corazón se para. Y toma tus labios entre los suyos: ni siquiera puedes describir el sentimiento que te embriaga, como tus párpados no pueden evitar cerrarse vislumbrando únicamente pequeños destellos parpadeantes de miles de colores girar y moverse en sincronía  con su boca, como tus pulmones se expanden infinitesimalmente en búsqueda de aire suficiente como para mantener el beso hasta la eternidad… como ese pequeño cosquilleo que alberga en tu interior y te hace levitar un par de centímetros sobre la arena.

El tiempo se para, y vosotros con él. Puede que cuando se retome la cuenta todo haya sido un espejismo creado por una imagen desoladora sobre tu cama, que todas las noches te escucha dormir y ha aspirado tus deseos y los refleja del modo más veraz y doloroso que encuentra. Es muy posible que así sea, y así siendo... 

¿qué importa?

Soñar es gratis.


viernes, 24 de abril de 2015

Reflexiones de un enamorado.



Mis versos jamás podrán capturar la belleza de tus ojos, ni el rápido aleteo de aquellas pestañas que viajan, raudas, hacia el amanecer de un nuevo día.

No puedo mirar  tu rostro sin sentir como mi corazón se para, apenas unos segundos,  porque me has regalado tu primera sonrisa matinal.  Y sin embargo no puedo escribirte como  si de otra de mis musas te tratases,  a pesar de que en mi sueños solo estemos tú y yo; susurrándonos promesas de amor.

Y no puedo ser quién te tome de la mano mientras observas la ciudad diluirse en la oscuridad, porque mis recuerdos siguen atormentándome día a día. Ella sigue sin querer marchar de mi lado.

Y yo no puedo dejarla ir hasta que mis labios no dejen de saber  a los suyos. No se alejará de mi inconsciente mientras no deje  de perderme entre lágrimas que juré no derramar.

Temeroso de escapar de  un pasado que solo hiere me hallo estático, dejando correr el tiempo.  Desaprovechando la oportunidad que me brinda la impericia de la juventud.
Te  imagino entre mis brazos, recostada, oyendo mis fervientes latidos… y me pregunto si alguna vez se hará realidad.

Pero es el miedo a que tus labios  no curen mis heridas lo que me impide besar tu frente, tu nariz y tus mejillas. Por último tus labios, lentamente, recorriéndolos con suavidad.


Quizás no esté preparado, puede que sea un sentimiento demasiado grande para alguien a quién le robaron las ilusiones.
Tal vez quiero comenzar un juego al que no sé jugar, en el que tengo todas las de perder; una vez más.
 Mas la postergación de la verdad es mi única evasiva de la realidad. Así que permito que las horas corran hasta detenerse en seco sobre el borde del abismo… O saltas o te vuelves. Ya no hay salida, es el momento… tú decides.

 Las lágrimas sin derramar están quemando por dentro, los sentimientos atrapados en mi corazón están agujereando mis esperanzas y mis demonios de nuevo están haciendo de las suyas en mi enfermiza mente. ¡Páralos! ¡Para todo y déjame marchar!

Permíteme olvidar tu castaño cabello cayendo sobre tus hombros, concédeme arrinconar tu sonrisa debajo de la cama y dispénsame, amor mío,  de nuestros ensueños delineados a la luz de la luna.

Algún día hallaré la osadía en mis palabras y te las haré entregar una a una.  Te miraré a los ojos, ininteligibles y opacos. Te rozaré las mejillas y susurraré tu nombre a modo de suspiro, para que solo tú seas conocedora de mí querer.
Quizás entonces el desconsuelo de mi espíritu se disipe bajo el calor de tu mirada, derritiendo la tristeza  e ingratitud que un día Ella dejó al marchar.

Más nunca lo sabré, puesto que jamás tuve el coraje suficiente como para hacértelo saber. Me conformé con tu amistad, cálida y sincera a lo largo de los años. Me resigné a hacerte reír, a escucharte llorar ante las vicisitudes que el destino puso en tu camino. Luché ante mis ansias de besarte cada día, siempre a la misma hora, cuando tu mano rozaba mi hombro en modo de despedida hasta la próxima vez. Imploré, quién a sabe a quién, porque en cualquier momento advirtieses todo lo que eras para mí.

Pero para mí desgracia solo fui un mero observador de tu belleza y ternura. Siempre unos metros más atrás, observándote. Contemplando como tu figura se disipaba entre la multitud, alejándote cada vez más de mí.

Aún recuerdo la última vez que nos vimos, solo han pasado unos meses, mas no puedo evitar añorar el aroma de tu piel; dulce y embriagador, la perfección de tus labios al moverse, el resplandor de tu melena bajo la luz del sol. Revelando lo que será  tu eterna presencia en el desamparo de mi existencia.

Es por ello que me deleito con palabras exentas de valor alguno, que no narran nada más que lo que pudo haber sido pero que jamás ocurrió.  Únicamente párrafos  rebosantes de emociones malgastadas, recluidas en su confinamiento interno que esperan a ser liberadas con el fin de degustar la acescencia  del amor.

Pues, ¿qué es el amor si no más que un acto obstinado y ávido de atención?  Rebosante de deseos e ilusiones. Desprovisto de esmero y precisión.

Y nosotros, enamorados,  solo somos desdichados   títeres movidos bajo el afán de transcendencia de nuestros corazones.  Ejecutando otro papel más en el melodrama de los sentimientos. Cuyo final no es más que una triste despedida entre los versos de un poeta malherido que cura sus rasguños con letras oxidadas y recuerdos edulcorados.

Todas las despedidas son tristes, una pequeña muerte
Pero esta no tendrá sepelio, hasta pronto, buena suerte.


jueves, 26 de marzo de 2015

Toile effacée



Salió de la cama y desnuda encendió el cigarro. Lo tomó entre sus dedos y con desesperación liberó sus ansias de una calada. Sucia y profunda, soltó un bostezo, el humo le restó minutos.

Con el lienzo en blanco frente al espejo recogió su cabello y tomó el pincel.

Pintó la melancolía de naranja, como aquel amanecer que nunca contempló.
Volvió la desventura rosa, al igual que los lirios del sepelio.                 
Tiznó el desamparo de un tono anacarado en recuerdo al “para siempre” de sus labios.
Coloreó el desamor de un verde intenso, en memoria de su mirada. De unos ojos que no volverían.
  
Y desató su melena, dejando caer los mechones entorno a su cuerpo. Mudando en colores: tiznándose de verde, pintándose de rosa, volviéndose anacarados, coloreándose naranjas. Irradiando arte.


Le ahoga su falta, la cama lo sabe. Ambas lo notan. Aquel  lado derecho solo puedo ocuparlo él. Que por más que se acurruque, por más que susurre a la almohada con la esperanza de volverlo a tener junto a ella, sabe que no regresará.

Se aferra en creer que todo es pasajero, que quizás mañana sean sus brazos los que la envuelvan, que sean sus labios los que besen su frente. Pero se equivoca.


El sol traspasa su piel, sus ojos se dilatan y los labios se agrietan a falta de quién los mime. El silencio le ha envuelto en una espiral sin retorno, voluta rebosante de  recuerdos lacerantes cuarteadores de ilusiones. Descomponiendo cada brizna de su ser.

Así que se aleja del espejo y con paso decidido se encamina hacia el balcón. Audaz, sitúa sus manos sobre la baranda e inspira el frío aliento de enero, suspira y deja caer los párpados.     

                                          

Su cuerpo se torna ligero. Lo último que ven sus ojos es su sonrisa dibujada en el asfalto.

lunes, 9 de marzo de 2015

Routes



El viento jugaba entre su camisa, saltando de botón a botón, escapándose por las mangas, susurrándole al silencio sus pecados.

Pisó con vehemencia el terreno, sintiendo las piedras traspasar la suela de sus botas y clavarse en sus pies, sin apenas dolor. 
Se mantuvo estática, respirando erráticamente el aire contaminado, con los ojos cerrados y las lágrimas cayendo a las vías. Vías oxidadas, conocedoras del tiempo, de las idas y las venidas, de los extremos iracundos y las pasiones desenfrenadas: 
pasadas de velocidad.

Se dejó caer al suelo, inundando el silencio con un sonido desesperante y violento que gritaba auxilio.

 A pesar de la oscuridad podía sentir las hojas caer al suelo como una cascada de agua, rápida y tenaz, inundando la atmósfera con tinta barata y palabras secretas.

Volvió a sentir a aquellos ojos clavarse sobre su espalda, murmurando veneno. Sus ilusiones quedaron destrozadas ante aquellos ojos verdes. ¿Por qué esos escalofríos no se convirtieron en abrazos que transmitiesen calor?

¿Por qué esas miradas, esos silencios, jamás llegaron a ser besos con los que mantener vivas las ilusiones?

La tristeza es la esencia de su alma, la que hace que se sienta sola, desconsolada y abandonada. Es quién la ha traído esta noche al final de su destino y quién la ata a las vías.

Con decisión enjuagó el rastro de las lágrimas y dejó marchar un grito de desesperación, desterrando el silencio del eco.

El destello de las estrellas bañaba su piel nacarada como si de una pequeña perla en el fondo del mar se tratase.  Inaudita y cándida ante la tempestad de las olas.
Más lejos de la realidad, no había perla que colgar, ni olas que se llevasen las tristezas e incertidumbres. Solo la trepidación de las vías bajo sus piernas.

La oscuridad dio paso a una luz cegadora, blanquecina e intensa.  A un entumecimiento de todo su cuerpo, al colapso de sus pulmones y a la pausa de su corazón.

Y cuando el último vagón pasó sobre ella, sus labios se tornaron fríos y disciplentes. Como si las palabras de amor nunca hubiesen existido, como si el caos nunca hubiese jugado su última carta contra ella.


Como si…

domingo, 8 de febrero de 2015

¿Escribir la felicidad?


    ¿ESCRIBIR LA FELICIDAD?

El balcón de Baudelaire está sucio,
Los barrotes oxidados y los geranios secos,
Marchitados ante la falta de poesía.

Los dramas de Shakespeare se han vuelto lógicos y ordenados,
Alejándose de la utopía del corazón.

Sin embargo Chéjov sabe que el abuelo miente más que habla,
Y que Serpiente nada bueno trama.

Flaubert ha decidido que la realidad no es lo suyo,
Y a Emma no le queda más remedio que pagar sus deudas.

Y así uno tras otro, van cayendo,
Ante la soledad de la intempestiva vida,
Perdiendo la esperanza,
Pero escribiendo… ¿Felicidad?

Llamémosle felicidad,
Porque la belleza ha de primar sobre la tristeza,
Y sobre la melancolía,
Sobre los llantos y el infortunio.

Ante el ruido de las calles
Y el aislamiento de la razón,
Bajo los raíles del tren
Y sobrevolando la pena: BUSCAMOS.

Un sueño, una quimera, una ilusión…
Falseada y maquillada
Lo suficiente para no poder atisbar
Todas las mentiras que se ocultan tras de ella.

Con lápiz en mano y borrones en el corazón daremos con nuestra mentira.

Una grande, tan grande
que la vida  permita continuar
sin que nada nos detenga.

Duerme amor mío,
Niño de mis ojos
Ante la desesperación del desconocer.

Mas acaso, ¿podemos cerrar los ojos
Y conciliar el sueño?
¿Sin vigilia que nos guarde?

Locos son aquellos que se aventuran
A las fauces del subconsiciente,
Al encuentro de la oscuridad.

Locos quienes sueñan,
Locos quienes ríen,
Locos quienes viven…
Locos, tú y yo.


sábado, 31 de enero de 2015

El sentimiento del cambio.


REVOLUCIÓN (Gonzalo Arango)

Una mano

más una mano

no son dos manos

Son manos unidas

Une tu mano

a nuestras manos

para que el mundo

no esté en pocas manos

sino en todas las manos




Hoy hemos comido con Pablo Iglesias. Es más he tenido el honor de sentarme a su lado, aunque desafortunadamente no ha podido disfrutar de la lasaña casera de mi madre como hemos hecho los demás.

Hacía frío pero allí estaba Sol, repleta de ilusión y de los sueños de todos los españoles que anhelamos el cambio. No quiero repetir sus palabras, ni las de Íñigo ni Carolina ni Juan Carlos…ni las  de todos los que han tomado la palabra. Porque no hay mejor manera de expresarlo que como lo han hecho ellos.


La esperanza y el orgullo que despiertan en todos los hogares no tienen límites. Han llamado a nuestras puertas y nos han devuelto la dignidad.

Recuerdo el primer día de Plaza Podemos, acababa de hacer la matrícula de mi primer año para la universidad, llegué a casa y abrí el ordenador. Un nuevo mundo se mostraba ante mí: nuevas ideas, nuevas gentes, nuevos desafíos… y sobretodo un nuevo cambio que haría tambalear todo lo que conocíamos.

Espero que el día de hoy forme parte de los libros de historia de mis hijos. Que  algún día admiren el poder de la gente,  que recuerden las lágrimas y las sonrisas del pueblo, y que se enorgullezcan de la pasión y el fervor de cientos de miles de ciudadanos.

Formo parte de una nueva generación dividida por una gran brecha que en muchos casos parece insondable, a esa brecha suelo llamarle política. Hay quienes no tienen la menor intención de arreglarla, ni siquiera de buscar una alternativa para poder cruzar a la otra parte. No les culpo, nos han educado así. Nos han engañado desde las altas esferas y no puedo culpar a mi gente por dejarse traicionar. Los yugos de la mentira son hábiles, la política no es cosa de jóvenes nos han dicho. Es demasiado complicado…

Sin embargo hay quienes queremos construir un puente, buscar un atajo, cavar un túnel… para llegar al otro lado, para nada más ni menos que luchar por nuestros sueños, por la dignidad que han arrebatado a nuestras familias y por la igualdad de oportunidades en un mundo cada vez más corrompido y voraz.

Y eso es lo que todos, en Podemos, buscamos. Con nuestras herramientas, cooperando, trabajando unidos y en armonía estamos construyendo  ese puente de madera. Para que se nos devuelva lo que es de todos: la democracia.