El viento
jugaba entre su camisa, saltando de botón a botón, escapándose por las mangas,
susurrándole al silencio sus pecados.
Pisó con
vehemencia el terreno, sintiendo las piedras traspasar la suela de sus botas y
clavarse en sus pies, sin apenas dolor.
Se mantuvo estática, respirando erráticamente el aire contaminado, con
los ojos cerrados y las lágrimas cayendo a las vías. Vías oxidadas, conocedoras
del tiempo, de las idas y las venidas, de los extremos iracundos y las pasiones
desenfrenadas:
pasadas de velocidad.
Se dejó
caer al suelo, inundando el silencio con un sonido desesperante y violento que
gritaba auxilio.
A pesar de la oscuridad podía sentir las hojas
caer al suelo como una cascada de
agua, rápida y tenaz, inundando la atmósfera con tinta barata y palabras
secretas.
Volvió a
sentir a aquellos ojos clavarse sobre su espalda, murmurando veneno. Sus
ilusiones quedaron destrozadas ante aquellos ojos verdes. ¿Por qué esos escalofríos no se convirtieron en abrazos
que transmitiesen calor?
¿Por qué
esas miradas, esos silencios, jamás llegaron a ser besos con los que mantener
vivas las ilusiones?
La
tristeza es la esencia de su alma, la que hace que se sienta sola, desconsolada
y abandonada. Es quién la ha traído esta noche al final de su destino y quién
la ata a las vías.
Con
decisión enjuagó el rastro de las lágrimas y dejó marchar un grito de
desesperación, desterrando el silencio del eco.
El
destello de las estrellas bañaba su piel nacarada como si de una pequeña perla
en el fondo del mar se tratase. Inaudita
y cándida ante la tempestad de las olas.
Más lejos
de la realidad, no había perla que colgar, ni olas que se llevasen las
tristezas e incertidumbres. Solo la trepidación de las vías bajo sus piernas.
La
oscuridad dio paso a una luz cegadora, blanquecina e intensa. A un entumecimiento de todo su cuerpo, al
colapso de sus pulmones y a la pausa de su corazón.
Y cuando
el último vagón pasó sobre ella, sus labios se tornaron fríos y disciplentes.
Como si las palabras de amor nunca hubiesen existido, como si el caos nunca
hubiese jugado su última carta contra ella.
Como si…
No hay comentarios:
Publicar un comentario