Rêves de Papier et Cauchemars d'Acier.

lunes, 28 de abril de 2014

Artiste.



A veces todo le venía grande, a veces sus miedos se apoderaban completamente de ella y sobre todo, a veces… a veces nada tenía sentido.

Se ocultaba entre rápidos parpadeos y feroces principios morales, entre las páginas de los libros y los acordes de un piano mientras sus pies la pedían bailar…la suplicaban bailar.

En su interior, en aquel que nadie veía (o que ella no permitía que viesen), le hubiese gustado ser artista. 

¿Dónde quedaban sus tardes de verano en las que el vuelo de su vestido subía hasta su cintura mientras ella giraba al son de la música y de sus labios se escapaban estrofas sueltas de su canción favorita?

¿Dónde quedaban las acuarelas gastadas y los pinceles rotos (desgarrados de la pasión que destilaban cuando ella trazaba sobre el folio)? ¿Y las tardes en las que adoraba tomar su cámara para inmortalizar el nacimiento de las rosas de su jardín?

La artista había muerto. O se había marchado a perseguir su sueño.

Puede que un día, volviesen a encontrarse. Se sonriesen, asintiesen con su cabeza y cada una siguiese su camino, otra vez.

No sabía por qué, pero ella no se había marchado del todo. Sus pies seguían moviéndose al son de una canción imaginaria mientras sus dedos tecleaban sobre la calculadora. Sus labios, seguían susurrando bellas letras de amor mientras su cabeza se perdía entre análisis económicos. Era un sinsentido.

No quería abandonar ese pedazo de libertad que el arte le otorgaba, pero tampoco podía vivir sin la racionalidad que aquellos libros le concedían cuando se hallaba sumamente perdida entre sus confusos sentimientos.


Solo necesitaba no mezclarlos, saber cuándo y cómo, qué y por qué. Retomar los fragmentos de su corazón e intentar pegarlos (por muy dispares que fuesen) con algo más potente que lo de la última vez. 

lunes, 21 de abril de 2014

Un breve receso.



Sonó el timbre y recogió con lentitud su archivador metiéndolo en la mochila. Cuando se dispuso a entablar conversación con su compañera de pupitre esta ya se había marchado en búsqueda de algún sitio en la cafetería. Así que decidió darse un poco de prisa e ir a buscarla.


 Salió del aula y le vio esperándola, estaba apoyado en la pared, con la mochila colgando en uno de sus hombros, lo cual hacía que su camisa se levantase y dejase entrever su abdomen marcado y definido.

Inconscientemente sus ojos fueron en búsqueda de los suyos, mierda, se suponía que estaba enfadada, su idea era ignorarle. A pesar de que sus ojos chocaron Adara no frenó su paso y siguió caminando con la intención marcharse del solitario pasillo.


Sin embargo cuando pasó a su lado Arsen la tomó de la cintura y con un rápido movimiento la aprisionó entre su cuerpo y la pared.

-¿A dónde crees que vas?- susurró antes de lanzarse a su cuello y adornarlo con besos y mordiscos.

Adara sorprendida ante la nueva faceta de su novio, que normalmente solía ser muy reservado, no supo cómo reaccionar. De repente todo su enfado se había evaporado y había dado lugar a una eminente excitación.

-¿Se puede saber…qué estás haciendo?-dejó escapar entre gemidos ahogados Adara, al mismo tiempo que dejaba caer su mochila al suelo e intentaba zafarse de su agarre.


Las manos de él jugueteaban con los botones de su blusa, se deshizo de su mochila y de su chaqueta, y la pegó por completo a su torso. Aspiró su delicioso aroma a vainilla y coco al mismo tiempo que sus besos iban subiendo hacia la oreja de ella, donde se entretuvo en chupar, besar y morder antes de contestarla:

Jugar, es hora del recreo y los niños juegan. Yo también quiero.


Adara tuvo que agarrarse al cuello de su acompañante mientras su cuerpo temblaba de arriba a abajo. Deslizó sus manos por su espalda, aferrándose a su camisa cada vez que ahogaba un gemido.
Tomó sus manos y con una mirada lasciva le arrastró hacia el baño de las chicas, cerró la puerta y se deshizo de su blusa.

-¿Quieres jugar? Pues juguemos como yo quiero.


Ahí estaba ella, con solo una falda y el sujetador de encaje negro, su cabello cayendo sobre sus hombros, ocultando sus pezones erectos que se transparentaban bajo la delicada tela. Simplemente deseándole.

Se acercó a ella, la tomó de la cintura y la cargó para llevarla al interior de uno de los cubículos.


Adara le quitó la camisa dejando que cayese en el suelo y Arsen no podía hacer otra cosa que respirar entrecortadamente en busca de algo de cordura ante aquella inverosímil situación.

Mientras ella le depositaba húmedos besos y pequeños mordiscos entorno a su abdomen y sus manos jugueteaban con el tiro de sus pantalones, él tuvo la habilidad suficiente para deshacerse del broche del sujetador. Entonces la levantó, y apoyándola en la pared comenzó a masajear sus pechos, tomó sus rosados pezones entre los dedos índice y corazón de cada mano y comenzó a apretarlos, a girarlos… De vez en cuando los tocaba con sus pulgares para que Adara no pudiera contener sus gemidos. Volvió a sus labios, donde sus lenguas se enzarzaron en una batalla por la dominancia de aquel encuentro. Finalmente, extasiado, Arsen volvió a los pechos de ella y se metió uno de ellos en la boca, chupando, absorbiendo su fragancia, delineando su forma con la punta de su lengua. Se preguntó qué pasaría si los mordía…Por la forma en que Adara hundió sus manos en su cabello rubio y como le acercó más a ella pudo intuir que  lo había hecho bien.


Repentinamente Adara se apartó de él y le sonrió. Acercó sus labios a los suyos, besándole con deseo y pasión. Sus respiraciones eran agitadas. Tal era la excitación de ambos que los gemidos no dudaban en abandonar sus gargantas.

Mientras ella permitía que él navegase entre las curvas de su cuerpo Adara comenzó a bajar lentamente por el torso de Arsen mientras sus pechos desnudos acariciaban la piel desnuda de él, que se erizaba al sentir los pezones duros de ella rozándole.
 Se dispuso a desabrochar sus pantalones. Los bajó hasta abajo y se puso de rodillas, ató su pelo en una improvisada y mal hecha coleta, y bajó sus calzoncillos sin previo aviso.


Hizo que Arsen apoyase la espalda sobre la pared para que pudiese descansar y ella pudiera hacer todo el trabajo, teniendo el control como siempre le había gustado. Su miembro estaba completamente erecto por lo que Adara se lo metió en la boca. No había tiempo que perder.

Comenzó a succionar lentamente, sintiendo como este crecía. Adoraba esa sensación. Con la lengua lo recorrió desde la base hasta la parte superior, deleitándose en el tronco, escuchando los gemidos de su acompañante que le pedía que no parase. De manera continuada subió y bajó, alternando la velocidad, usando pasadas largas y lentas, cortas y rápidas. Arsen le tomó las manos privándola del tacto de su cuerpo, él también podía torturarla, aunque en comparación con lo que ella le estaba haciendo, era una tortura mínima.

Adara continúo chupando incesablemente hasta que Arsen la apartó súbitamente para no correrse en su boca, la abrazó fuertemente mientras su cuerpo temblaba. Esa chica iba a acabar con él…


Sonó el timbre y ambos se voltearon al escuchar el sonido, pero lejos de vestirse de nuevo Adara se sentó en el inodoro, se zafó de su ropa interior y le mostró a Arsen aquello que llevaba deseando tener para él desde que habían entrado a aquel servicio.

-Te quiero dentro, y te quiero ya.


Sacó de su bolsillo un preservativo y dejó que ella se lo colocase mientras la alzaba y la apoyaba contra la pared. Miró a sus ojos de color selva, repletos de deseo y lujuria.

Se introdujo en ella sin ningún apéndice de delicadeza pero por como Adara no pudo evitar  su gemido, no debió de haberle importado en absoluto.

Arsen se dejó llevar, las embestidas eran bruscas y fuertes, penetrándola hasta el fondo sin ninguna sutileza. Ella mientras tanto mordía y chupaba el hombro del muchacho para evitar que sus gemidos fuesen escuchados por sus compañeros en el pasillo.


Su miembro entraba y salía con desesperación de su húmeda entrada, deseaba que nunca se acabase esa sensación de dominancia sobre ella. Verla excitada, sudando, con la boca entreabierta susurrando su nombre mientras sus pechos se movían al ritmo de sus embestidas acabaron con su autocontrol.
Arsen no pudo más, clavó sus uñas en las nalgas de ella y explotó en su interior. Ella seguía manteniendo el movimiento rítmico de sus caderas, frotándose sobre él. Las manos de Adara se clavaron en su espalda, con los ojos cerrados, la cabeza atrás, y con su incesante movimiento que le permitía notar  su clítoris frotarse con el pubis de él, encendiendo de nuevo la pasión.

Aceleró sus movimientos hasta que un grito de placer salió por sus labios. Contuvo la respiración mientras se corría. Arsen la agarró por la cintura para que no se cayese, sus espasmos fueron en aumento hasta que el silencio volvió a hacerse dueño de la estancia.


Salió de ella depositando un beso sobre su frente, tomó el preservativo, lo envolvió en un pañuelo y lo tiró a la papelera. Buscaron su ropa y ayudándose el uno al otro se adecentaron para volver de nuevo a sus clases.

Cuando salían por la puerta Arsen la tomó de la mano y le preguntó: ¿Aun sigues enfadada?


Ella sorprendida ante la pregunta no pudo más que marcharse y hacer el intento de atender lo que le restaba de día a alguna de las explicaciones…

jueves, 17 de abril de 2014

Bijou.



La noche se ha vuelto de nuevo eterna, y aunque solo esté nublado por dentro existe una gran posibilidad de precipitaciones en torno a las cuatro de la madrugada, cuando el corazón vigila el turno de noche y está somnoliento porque necesita que la razón le revele para descansar al menos unas horas.


He sentido mis demonios flotar sobre mi cabeza, ocultos entre los versos de tinta que acicalan las frías paredes de mi habitación. Pero esta vez no tenía miedo, sino que sonreía. Porque quizás hayan pasado de ser mis demonios a ser unos simples recuerdos que provocan melancolía.

O hayan traspasado la frontera de los sueños y ahora pululen por el área limítrofe entre la realidad y la ficción, entre la locura y la cordura. Y puede que ahora esté inversa en una de mis quimeras, una de esas que habitualmente no tienen solución, o puede ser que esto sea la realidad, mucho más inverosímil de lo que me esperaba.


A lo mejor los sueños no son tan mal lugar al fin y al cabo…

domingo, 13 de abril de 2014

Papillons.



Parpadeo deprisa, con la esperanza de que mi pulso vuelva a relajarse pero por el nudo de mi garganta sé que no ocurrirá. ¿Pueden las mariposas congelar su continuo aleteo para tomar un respiro, o es la antesala a su muerte?


No sé si será la rutina o la desdicha las culpables de que mis mariposas ya no vean un horizonte plausible. No sé si es el miedo a ver tus ojos apagarse eternamente lo que ha hecho que se cuestionen su destino. O simplemente han sido las mariposas muertas y desecadas de tu escritorio que nos observaban besar en tu cama.

Repito canciones de amor en mi interior con la esperanza de revivirlas, una sonrisa boba aparece en mi rostro pero mi estómago sigue intacto. ¿Hay alguien ahí?

Tengo miedo a que la próxima vez que nos veamos sigan quietas, pero temo más que al igual que yo tengo esta sensación tú acabes sucumbiendo a ella. No puedo negar que navegas por mis pensamientos a todas horas, que todas las mañanas cuando despierto imagino estar entre brazos y poder apartarte ese rubio mechón que cae sobre tus ojos. Pero es solo eso, imaginación. Porque tengo que ser realista, que el amor no es eterno nos han dicho desde pequeños… ¿entonces por qué aquella pareja mayor iban  cogidos de la mano mientras yo paseaba? ¿Por qué hay miradas de cariño y sonrisas aliñadas de recuerdos? 


Puede que sea una ilusa, pero yo creo en el amor eterno. Creo en el brillo de mis ojos al verle, en mi sonrisa tonta cuando me dice lo “guapa” que soy, creo en sus manos enlazadas junto a las mías, y sobretodo creo en sus labios cuando me dice que me ama.

Aunque también creo en la dificultad de encontrarlo, de estar completamente segura de que es él.Y en la dificultad de perderle, de que las mariposas caigan al suelo y desaparezcan.

¿Debo ceder o luchar por ello? Quiero seguir intentándolo, pero no quiero caerme porque sé que el golpe será muy doloroso. Mas…al fin y al cabo, ¿qué es sino la vida? Una carrera continua, llena de caídas con las rodillas magulladas y las lágrimas bañando las sonrisas…



Et les papillons brillent sous la pluie  tandis que nous réfléchirons sur notre amour.

miércoles, 9 de abril de 2014

Desorden mental.



-No te juzgo, sé lo que sientes, simplemente estoy aquí para lo que necesites, siempre.”

¿Por qué lo demás no podían ser cómo él?, ¿Por qué no entendían lo que estaba pasando detrás de aquel rostro? Cómo su cordura se tambaleaba, como aquellos a quienes consideraba una parte esencial de su mundo se estaba alejando sin importarles el dolor que dejaban con su huida.

Quizás así fuese la vida, y lo entendía, pero eso no implicaba que no le doliese. Porque se sentía extremadamente sola, y ellos, los causantes, lo sabían. 

No le sorprendía, no debía confiar en nadie. Lo tendría en cuenta para la próxima vez, si había próxima vez. El caso es que no sabía cómo actuar, no sabía si ser completamente fiel a sus principios y que se jodieran el resto (aunque ella también resultara herida) o simplemente ceder por el bien de todos… ¡A la mierda el bien de todos! ¡Estaba hasta la p… de ser la niña buena, educada, madura, responsable y coherente!

Todos podían ser viscerales, alocados, ingenuos e incluso  estúpidos, pero si a ella se le ocurría no comerse su orgullo y mostrarse altiva, era una fría, seca y calculadora borde.


No me juzgues y entonces, algún día, podrás saber quién soy.