-No te juzgo, sé lo que sientes, simplemente estoy aquí
para lo que necesites, siempre.”
¿Por qué lo demás no podían ser cómo él?, ¿Por qué no
entendían lo que estaba pasando detrás de aquel rostro? Cómo su cordura se
tambaleaba, como aquellos a quienes consideraba una parte esencial de su mundo
se estaba alejando sin importarles el dolor que dejaban con su huida.
Quizás así fuese la vida, y lo entendía, pero eso no
implicaba que no le doliese. Porque se sentía extremadamente sola, y ellos, los
causantes, lo sabían.
No le sorprendía, no debía confiar en nadie. Lo tendría en
cuenta para la próxima vez, si había próxima vez. El caso es que no sabía cómo
actuar, no sabía si ser completamente fiel a sus principios y que se jodieran el
resto (aunque ella también resultara herida) o simplemente ceder por el bien de
todos… ¡A la mierda el bien de todos! ¡Estaba hasta la p… de ser la niña buena,
educada, madura, responsable y coherente!
Todos podían ser viscerales, alocados, ingenuos e
incluso estúpidos, pero si a ella se le
ocurría no comerse su orgullo y mostrarse altiva, era una fría, seca y
calculadora borde.
No me juzgues y entonces, algún día, podrás saber quién soy.
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