Hoy hacia calor.
Si mirabas por la ventana de clase veías
muchachas con shorts y tirantes. Mis compañeros iban con sudadera, algo que
cualquier otro día yo hubiese criticado. Pero hoy no.
Yo hoy tenía frío, mucho
frío. Llevaba vaqueros y una chaqueta, pero aun así mi cuerpo tiritaba, y mis
brazos parecían haberse congelado.
Las lágrimas se agolpaban en mis pupilas, yo intentaba
controlarlas, juro que lo intentaba…y lo conseguí. Mi garganta estaba seca;
debí haber salido a refrescarme, más no quería perderme la explicación del
profesor. Así que aguanté el chaparrón como suele decirse.
Sabía que ella me observaba, contemplaba como me restregaba
fuertemente los brazos con la intención de otorgarme calor, pero no le di importancia. No quería
mirarla, no podía mirarla.
Me sentía sola, destruida, acorralada. Harta de ella, de
todo, de mí…
Simplemente quería marcharme de aquel lugar, tomar el primer
tren y alejarme para siempre.
No la quería a ella, no le quería a él…no quería a nadie. Y
sigo sin quererlos.
Pero mantengo la cabeza en alto y el orgullo sobrevolando mi
sombra, porque aunque esté destrozada, porque aunque no pueda con nada. Yo sigo
estando aquí y… seré fuerte. Porque no me rindo. Porque esta es mi vida, y no
te quiero en ella.
Así que, vete y olvídame.