Rêves de Papier et Cauchemars d'Acier.

miércoles, 8 de octubre de 2014

Effondrement



No dudó en quitarse la ropa y echarse a llorar junto a la ventana. En ver las gaviotas volar a baja altura molestando a los transeúntes.

Rezó por su alma furiosa y agitada, por las lágrimas que había hecho derramar. Lo intentó y no lo consiguió. No había nadie escuchándola, así no encontraba la respuesta a sus problemas y ni siquiera se sentía mejor. Es más, tenía la sensación de estar engañándose a sí misma; una vez más.

Deslizó las sábanas para dejarse caer sobre el irregular colchón, enredó sus piernas a las finas telas con movimientos indecisos.

Durante horas recorrió la noche, peleándose con las pesadillas y reencontrándose con sus demonios en el alféizar del ventanal.



                             Una suma de opósitos, era todo lo que eran ellos.


Una ida y venida constante, pecas y lunares perdiéndose en una viña bajo el sol de la Toscana, lágrimas disfrazadas de sonrisas; blanco y negro.



Una llamarada de fuego congelado, estática ante el paso del tiempo y las miradas impetuosas. Así es como se sentía; ni desdicha ni pena, quizás algo de remordimiento a altas horas de la madrugada. Pero experimentaba una continua paz sosegada que nunca antes había sentido. 

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