Quizás no debería estar
escribiéndote, porque al fin de al cabo, comience lo que comience mi mente
siempre acaba divagando hacia ti. Quizá por eso debería estar bajando estas
empinadas escaleras que tanto miedo me dan y empezar a leer mi nuevo libro, ese
que me espera ansioso en el pequeño salón.
Una no aprecia lo que
tiene hasta que se lo arrebatan, esto es una de las mayores verdades jamás
dichas. Extremadura nunca ha sido santo de mi devoción, no por ella, sino por
mi familia. Venir hasta aquí implica riñas, calor, suciedad, hambre,
ignorancia… una tortura para mí.
Me encantaría poder
disfrutar de estos bellos parajes en soledad, sin prisas… Caminando, perdida
entre árboles cuyos nombres desconozco por completo y que por mucho que intente
reconocerlos, acapararlos en mi memoria… soy incapaz. Alejarme del gentío y
escribir oculta entre las ramas secas del
ajado verano extremeño. O disfrutar junto a ti, entre esos árboles que
no me importan nada y que a ti tanto te gustan. Tú estarías encantado y yo
estaría rebosante de alegría viéndote sonreír.
Sin embargo aquí estoy,
sola, en medio de la nada esperando que el tiempo pase para volver a casa.
Carpe diem, disfruta el momento… ¿qué momento? ¿Mis noches de indefinido insomnio al
son de las campanadas de la Iglesia?, ¿las horas muertas en la piscina
rebosante de avispas o quizás las muertas en el bar tomando alcohol?
Debería fluir como el río que está frente mí y no querer controlarlo todo, en todo
momento. Tomármelo con tranquilidad.
El paisaje es hermoso, los
montes encierran pueblos repletos de cultura y sabiduría, escondidos a su vez
entre árboles que conforman la densa vegetación típica del lugar. Los animales
llenan el ambiente, con sus mugidos, cacareos… y demás.
Extremadura es tierra de
cultura y naturaleza. Tierra de romanos, todavía viva en Emerita Augusta.
Tierra de sarracenos, cambiando la historia en Cora. Tierra de miles de
pueblos, que han disfrutado de su increíble y sencilla belleza, natural e
inocente. Eso es Extremadura.
Una tierra digna de visitar,
pero no hoy, ni tampoco mañana. Quizá en otra vida volvamos a reencontrarnos
querida Extremadura.
Quizás en otra vida.
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