Tratar de brillar entre la oscuridad, tratar de renacer
entre las cenizas, navegar en el mar del olvido. Solo y en silencio sufro mi
condena.
Larga y fosca tempestad amarga mis días de soledad.
Retumban mis pensamientos con el trueno descontento. Canta mi penumbrosa alma
junto a las quejosas gaviotas. Arrastradas mis lágrimas son junto a la
juguetona ola.
Cuerpo y agua unidos. Almas y rocas corroídas, desgatadas. Olvidadas.
Sufro la condena con la mar revuelta. Vuelo hacia la
libertad pero la tormenta aún acecha. Dolor impertinente y funesto oscureció mi
interior. Encerrando a la pequeña gaviota que habitaba en mi interior.
Ahora desde su
jaula la pequeña llora y tras sus barrotes vislumbra su pasado e imagina su
futuro.
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