La Oscuridad amenaza mi cordura, destruye la poca salud
que me queda y se aloja bajo mis
párpados.
Me vuelvo arisca, distante, recelosa… con aquellos que me
quieren, y lo siento, pero no puedo evitarlo, está acabando conmigo.
Miro mi cama y tengo miedo, a la noche, al silencio… a
las voces de mi cabeza que no me permiten descansar. Si alguna me ayudase, si
alguna me dijese que todo irá bien, que algún día se acabarán, mis miedos, mis
presiones, mis ganas de llorar que nunca llegan a nada. Si todo acabase y mis ojeras se marchasen, quizás tendría
ganas de vivir.
Ponte tu máscara preciosa, y sonríe.
Sin embargo, en cuanto aflojas la cuerda, en cuanto parece
que vas a deshacerte de ella… a pedir un
poco de ayuda para mejorar la situación, niegan con la cabeza y rehúsan de ti.
“Demasiado joven, demasiado perfeccionista y exigente
contigo misma.”
Y yo me pregunto, ¿cómo pretendéis que confíe en vosotros, si cuando necesito de
vuestra atención, de vuestro auxilio no me lo prestáis?
Rabia contenida eso es todo lo que plasmo sobre este
papel inerte, para después sonreír y hacer como si nada hubiese pasado,
levantarme por la mañana, sonreír y esperar la llegada de la noche, una vez
más.
Con las ganas de escribir agotadas, intentando rellenar
un hueco de mi corazón.
Sin temples de continuar narrando mi historia, mis
sentimientos, mis iras y frustraciones… De contestar a todas las preguntas que
se agrupan en mi mente.
Cansada, intentando centrarme en el presente para no
perder mi futuro, solo necesito conciliar el sueño. Que me protejas de mis
pesadillas, de mis demonios… sentirme protegida entre tus brazos, con tu aroma
en mis cabellos y mi cabeza sobre tu
pecho… quizás con eso sea suficiente.
Quizás con ello desaparezcas de una vez no-querido
insomnio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario