Me siento, en un bar de mesas azules, vacías, de
conversaciones seniles que me observan con asombro. ¿Qué hace esta muchacha
aquí? Eso mismo me pregunto yo; escribir. Supongo que es la respuesta.
Tomando café, cosa que he detestado hasta hace poco, pero
que ahora me hace sentir viva y algo más cerca de mis sueños.
El siguiente sorbo no quema mi lengua, sin embargo el
sabor se me torna amargo, como suele sucederme con la vida.
A este momento solo le faltas tú. Tú y tus sonrisas, tus
manos por debajo de la mesa y tu mirada desnudándome bajo mi camisa púrpura de
encaje. ¿Dónde estás qué me faltas?
Al igual que otras tantas cosas, que no es que me falten,
sino que se han desvanecido en la nada y no me han avisado…
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